Tal vez estás pasando por una situación difícil y has llegado a un punto en el que todo lo que puedes decir es: “Dios, ya no puedo más. ¡Por favor, ayúdame!". La vida está llena de problemas que nos agobian a diario. A veces parece que apenas hemos salido de una situación difícil cuando ya hemos entrado en otra. Estamos cansados de estar siempre estancados.
Ya sea por un problema familiar, de salud o económico, nos sentimos agotados y sin fuerzas para seguir adelante. Ahí es donde casi todos, creyentes y no creyentes, clamamos a Dios porque sabemos que solo Él nos puede ayudar.
La buena noticia es que Dios nunca nos abandona. La Biblia dice que "Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro seguro auxilio en tiempos de angustia" (Salmo 46:1). Dios es un buen padre. Como un niño levanta los brazos para que su padre lo levante, nosotros podemos hacer lo mismo con Dios.
A veces nos alejamos de Dios y sentimos que no merecemos su amor y perdón. Sin embargo, Él nos espera con los brazos abiertos y quiere ayudarnos en los momentos difíciles. Él nos da la fuerza para seguir adelante cuando sentimos que ya no podemos más.
Dios está esperando que clamemos a Él con el corazón abierto y digamos: "¡Dios mío, ayúdame!" Él promete ayudarnos y renovar nuestras fuerzas.
Dios quiere tener una relación personal con nosotros. Aquí nos muestra cómo podemos tenerlo.
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